Tiempo de aniversarios

lunes, 21 de junio de 2010

EDITORIAL

Tiempo de aniversarios


Es tiempo de aniversarios. Se conmemoran los cien años del nacimiento del entrañable Sami, el veinticinco cumpleaños de la exitosa trayectoria del grupo de teatro Corocotta, diez años de encuentro con nuestra historia en las Jornadas de Primavera que organiza Cuadernos de Campoo, publicación de obligada permanencia en nuestras estanterías, que también en septiembre cumplirá sus quince abriles. Igualmente, La Semana de Montaña que organiza la “Asociación Amigos de Mel” celebra su década de divulgación y acercamiento al montañismo y las jornadas de naturaleza Natureinosa instauradas por la Fundación Concha Espina, van consolidando sus primeros pasos en su tercera edición. Lamentablemente, también tenemos que registrar la cuenta hacia atrás del primer aniversario de la suspensión del inicio de las obras del AVE que en una primera fase hubiera llegado a Reinosa..

Estos días, también muy lejos de nosotros, medio millón de Reynosenses, ciudadanos de la tocaya Reynosa del noreste de México, han celebrado el 261 aniversario de su fundación, con un recordatorio especial a las 223 familias con las que el Capitán Carlos Cantú fundó la Villa de Nuestra Señora de Guadalupe de Reynosa, iniciando lo que hoy, de manera exitosa, es una de las regiones más dinámicas, prósperas y llenas de esperanza de México, una tierra donde las familias tienen sensación de pertenencia.

En este sentido, en nuestra querida Reinosa, el arraigo a la tierruca también es motivo de orgullo. Quizás, nos gusta a los campurrianos presumir demasiado de las maravillas de nuestra tierra, de la calidad de vida y de la tranquilidad, donde lo cotidiano se ha convertido en original carta de presentación, sin pompas ni ostentaciones.

Entre los valores de los que nos envanecemos, se encuentra, precisamente el de la hospitalidad, el viajero se puede sentir acogido por el paisaje, paisanaje y arquitectura e inmediatamente integrarse en el medio natural. Tampoco existen eventos que hagan distinciones entre los habitantes, se pueden compartir actividades culturales, sociales, deportivas y medioambientales. Sería preferible caminar un poco más lentos pero todos juntos de la mano de la cultura, la educación y el respeto, valores que distinguen a unos pueblos de otros. Tal vez se trata de ser felices con la normalidad. Porque hoy, tanto por arriba como por abajo, entre las élites políticas y económicas y entre los que huyen de infiernos, ya sea el de la pobreza o el de la injusticia, ser normales es un lujo. Un lujo más barato, asequible y común en Reinosa.

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